Recordando la Dawah de Ali

(Original: https://iera.org/remembering-alis-dawah/)

No es secreto que los atletas famosos tienen la capacidad de trascender el panorama geopolítico, y llegar a un público más amplio, al que le pueden presentar asuntos importantes. Tal cambio de paradigma –ya sea desde la cancha, el campo o el ring– implica un cierto nivel de responsabilidad y, en este caso, de religión.

Pregunte a un musulmán quién es su icono deportivo de todos los tiempos y la mayoría de ellos responderá inequívocamente con la misma respuesta. El deportista arquetípico de la comunidad musulmana es uno de los mejores boxeadores que jamás haya existido: Muhammad Ali. Han pasado dos años desde su fallecimiento, pero ¿nos hemos detenido a reflexionar sobre cómo las enseñanzas del Islam alimentaron su pasión por la justicia a escala mundial, trascendiendo los límites de una personalidad deportiva y haciéndolo un activista político envalentonado?

El campeón está aquí: ¡no me llames por mi nombre de esclavo!

“¡Oh, seres humanos! Los he creado a partir de un hombre y de una mujer, y los congregué en pueblos y tribus para que se reconozcan los unos a los otros. El mejor de ustedes ante Dios es el de más piedad. Dios todo lo sabe y está bien informado de lo que hacen.”. [Corán 49: 13]

Ser afroamericano en los años 60 no era nada fácil, aunque fueras campeón olímpico. Después de regresar de Roma con una medalla de oro alrededor del cuello, a Ali, de 18 años, se le negó una comida sencilla en un restaurante local, en su ciudad natal de Louisville. Según la leyenda urbana, Ali, disgustado, ¡arrojó su medalla de ganador de peso semipesado al río Ohio!

Cuatro años más tarde Ali era conocido por ser un “hablador de bofetadas”. Los medios lo menospreciaron como un joven descarado y engreído, y recibió uno de los primeros de muchos apodos, el ‘Louisville Lip’. Ali desafió a Sonny Liston por el título del Campeonato de peso pesado, el audaz artista del knockout de 31 años que ganó el título con un KO en el primer asalto. Liston en ese momento estaba siendo comparado con otros campeones de peso pesado de la época, como Joe Louis y Jack Dempsey. Sin embargo, tales elogios otorgados a Liston no disuadieron al joven de 22 años, y lanzó el desafío. Ali estaba a punto de hacer historia al convertirse en el campeón de peso pesado más joven si superaba a su formidable oponente.

En el primer desafío por el título, Ali logró lo que se propuso hacer en la séptima ronda. Con Liston incapaz de levantarse del taburete, Ali se convirtió en el campeón de peso pesado más joven del mundo. Poco después, renunció a su nombre de nacimiento, Cassius Marcellus Clay, y declaró su Islam al mundo, pero los periodistas se mostraron reacios a llamarlo por su nuevo nombre:

“Cassius Clay es un nombre de esclavo. Yo no lo elegí, y no lo quiero. Soy Muhammad Ali, un nombre libre –significa amado de Dios, e insisto en que la gente lo use cuando me hablen”.

Muhammad Ali declaró su Islam al mundo a pesar de que en ese momento era una versión bastante mal interpretada de él: la Nación del Islam. Más tarde, en 1975, se convirtió al Islam sunita mayoritario después de la peregrinación del Hajj.

“Mi nombre es conocido en Serbia, Pakistán, Marruecos. Estos son países que no siguen el Derby de Kentucky”. – Ali en una entrevista del New York Times, abril de 1977.

El profeta Muhammad, la paz sea con él, en la narración auténtica a continuación, abordó la civilidad y la igualdad para las personas de todas las razas siglos antes de que se abordara en la era moderna:

En verdad, no hay superioridad de un árabe sobre un no árabe o de un no árabe sobre un árabe, o de un hombre blanco sobre un hombre negro, o de un hombre negro sobre un hombre blanco, excepto en términos de conciencia de Dios”. [Ahmad]

Ali contra el gobierno de EE. UU. – guerra, ¿para qué sirve?

“Dios no les prohíbe hacer el bien y tratar con justicia a quienes no los han combatido por causa de la religión ni los han expulsado de sus hogares, porque Dios ama a los que actúan con justicia. [El Corán 60:8]

En 1966, después de su meteórico ascenso a la cima del boxeo de peso pesado, así como del movimiento por los derechos civiles, los poderes establecidos en aquel momento decidieron tomar una acción ejemplarizante con Ali. El Campeón fue reclutado para servir en el ejército de los EE. UU. Se enfrentó al gobierno norteamericano, técnicamente su oponente más importante, que estaba enfrascado en una guerra en Vietnam. Cada recluta tuvo que realizar un examen para poder servir en el ejército de los EE. UU., que Ali inicialmente falló, pero, irónicamente, se esperaba que sirviera después de que se redujeron los requisitos de entrada. Un escéptico pensaría que era demasiada coincidencia y que era evidente que había una venganza contra el joven campeón.

La popularidad de Ali recibió un golpe significativo por no servir; los medios lo estigmatizaron y el público en general lo tildó de cobarde por ‘esquivar el reclutamiento’. Pero otros defensores que también estaban en contra de la Guerra de Vietnam lo proclamaron un campeón del pueblo. Además de sacrificar los mejores años de su carrera de lucha, así como su título de campeón de peso pesado por ser un objetor de conciencia de la guerra de Vietnam, seguir su fe fue el factor decisivo, y su compasión moral. En ese momento declaró:

“Mi consciencia no me deja ir a dispararle a mi hermano o a gente más oscura o a alguna gente pobre y hambrienta en el lodo por la gran poderosa América. ¿Y dispararles para qué? Ellos no me llamaron negro, y nunca me lincharon, nunca me lanzaron a los perros, no me robaron mi nacionalidad, no violaron ni mataron a mi madre y a mi padre. ¿Dispararles para qué? ¿Cómo puedo dispararle a esa pobre gente? Mejor llévenme a la cárcel”.

Cerrar la brecha entre el mundo musulmán y Occidente

“…cooperen con ellos en obrar el bien e impedir el mal, pero no cooperen en el pecado y la enemistad.” [Corán 5:2]

Después de que el ilustre boxeo de Ali había terminado y cuando ya habían pasado varios años, era evidente que todas esas batallas dentro del ring le habían pasado factura al ‘Campeón del Pueblo’. Para la mayoría de las personas, ser diagnosticado con la enfermedad de Parkinson puede haber parecido una maldición, una especie de sentencia de muerte degenerativa a fuego lento, pero Muhammad Ali lo vio como una nueva oportunidad en la vida. Dedicó su vida a objetivos humanitarios, centrándose específicamente en unir a Occidente y al mundo musulmán.

Coincidiendo con los muchos talentos otorgados por Dios a Muhammad Ali, se puede agregar otro a su currículum: un negociador jefe de rehenes. Durante noviembre de 1990, en el período previo a la primera Guerra del Golfo, se estaban gestando tensiones entre enemigos: Irak y la patria de Ali, EE. UU. Las fuerzas iraquíes invadieron su nación vecina de Kuwait y capturaron rehenes estadounidenses. Haciendo caso omiso de las críticas de las élites gubernamentales –el ex presidente George Bush padre y la prensa describieron a Ali como un ególatra en una misión de búsqueda de gloria– Ali se aventuró al desierto con un objetivo en mente: negociar la libertad de sus compatriotas, quince de ellos para ser precisos.

Con poco más de 40 años, con Parkinson, al viajar a una tierra desconocida, cuyo líder gobernaba con mano de hierro y era despiadado con sus enemigos, Ali estaba tomando un riesgo considerable. 113 días después de la crisis de los rehenes, Ali aterrizó en suelo iraquí, pero Saddam Hussein detuvo la reunión entre Ali y los rehenes. Muhammad Ali vio esto como una oportunidad: “Esperemos y recemos por que no haya una guerra… Mostraré el lado real de Irak”. Para ayudar a disuadir la escalada de la situación entre las naciones, el Campeón del Pueblo visitó escuelas y mezquitas para mostrar a los medios de comunicación y al público occidental que estábamos “cortados por la misma tijera”.

Ali había estado en el país durante una semana y saltaba de conferencia de prensa en conferencia de prensa para mantener el impulso. Sin embargo, la situación empeoró, Ali se quedó sin su medicamento para el Parkinson y estuvo postrado en cama, incapaz de hablar, pero siguió adelante y asistió a la siguiente conferencia, aunque se anunció que no hablaría por razones obvias. El gerente comercial de Ali, Gene Kilroy, afortunadamente, localizó algunos suministros adicionales en el hospital local de la capital. Al día siguiente, Saddam Hussein invitó a Ali a una reunión abierta a todos los medios: la Casa Blanca se mostró escéptica y teorizó que el ex boxeador estaba allí por un Premio Nobel de la Paz. No importa cuán codicioso y mezquino fuera el gobierno de los EE. UU., Ali logró lo que no pudo la Casa Blanca, sin derramar una sola gota de sangre: los quince rehenes fueron liberados a fines de 1990.

“…quien salva una vida, es como si salvara a toda la humanidad” [Corán 5:32]

En las semanas que siguieron a las exitosas negociaciones, Irak fue bombardeado con todo el arsenal de Estados Unidos. Los medios continuaron con su abuso sobre ‘Ali The Humanitarian’ –alegando que todo era un truco publicitario. Ali respondió a esos delirios de búsqueda de grandeza: “¡Yo sí necesito publicidad, pero no por lo que hago para bien! Necesito publicidad para mi libro, necesito publicidad para mis peleas, necesito publicidad para mi película, pero no para ayudar a la gente… Entonces ya no sería sincero”.

“¡Oh, pueblo mío! No les pido remuneración alguna a cambio [de trasmitirles el Mensaje], solo anhelo la recompensa de Quien me ha creado. ¿Es que no reflexionan?” [Corán 11:51]

La lección de vida de Ali –rodar con los golpes

Después de que Muhammad Ali fuera diagnosticado con Parkinson, perdió la fuerza de su voz y reflexionó en una conversación con Gene Kilroy, su socio durante más de 50 años, en una entrevista de ESPN 30 for 30: “Bueno, tal vez Dios me está castigando por algunas de las cosas que no hice bien’, creo que cuando mueras y vayas al cielo, Dios no te preguntará qué has hecho sino qué podrías haber hecho”.

Con solo leer estas dos líneas, tenemos una idea de la mentalidad de Ali y nos inspiramos a nivel espiritual. Cuando se trata de empujar hacia adelante, debemos mantener la compostura, sin importar cómo seamos probados, debemos mantener la conciencia de Dios y tener fe en que Allah (swt) es el mejor de todos los planificadores.

“…pero albricia a los pacientes. Aquellos que cuando les alcanza una desgracia dicen: “De Dios provenimos, y a Él retornaremos [para que nos juzgue por nuestras acciones]”. [Corán 2:155-156]

En el siguiente video Ali explica en detalle por qué entró al Islam y por qué los seres humanos no tenemos derecho a juzgar a nadie, solo Allah es El Juez.

En iERA, nos enfocamos en transmitir el llamado al Islam con amor y compasión. Si estás interesado en aprender más sobre cómo hacer Dawah:  iera.org/training

¿Tus pensamientos?

¿Puedes pensar en otros ejemplos de la vida de Muhammad Ali que admires?

Entonces, ¿quiénes son nuestros ejemplos contemporáneos y cómo podemos usarlos como inspiración para la dawah y para representar nuestra fe bajo una luz favorable?